La ciudadanía se puede definir como "El derecho y la disposición de participar en una comunidad, a través de la acción autorregulada, inclusiva, pacífica y responsable, con el objetivo de optimizar el bienestar público."

lunes, 25 de enero de 2010

Política de Dios.


Francisco de Quevedo, uno de nuestros mejores escritores de todos los tiempos y uno de nuestros pensadores más ácidos sufrió las iras del poder por pensar y por escribir. Y se pudrió en la cárcel de San Marcos de León.


Y es que para el poder, para los poderosos, los que piensan son funestos, son carne de presidio.

Una de las obras de Quevedo se titula “Política de Dios, gobierno de Cristo y tiranía de Satanás” y en ella, por vía del humanismo cristiano, Quevedo habla de la subordinación del monarca al bien nacional. Y cuando Quevedo dice monarca (o rey) se está refiriendo al gobernante (presidente del gobierno, primer ministro…).

Un párrafo del capítulo X de la “Política de Dios…” dice:

(Tomamos y respetamos el texto de la Biblioteca de Autores Españoles)

“Los reyes son vicarios de Dios en la tierra: con este nombre los llama Calimaco en el Hiimo á Jove, y Hornero lo mismo. Luego si Cristo fue pastor, ellos que son sus vica­rios deben ser pastores; y á su imitación, "buenos pastores." El mismo Homero, Odysea III, los llana "Teotephres, instituidos por Dios", ó (como Favorino lo declara) "discípu­los de dios"; porque en griego "trophae" es alimento del alma, como la leche de los ni­ños, y la comida del cuerpo. Bien lo enseña Cristo, rey de los reyes, que tiene a los re­yes por discípulos; pues para enseñarlos á ser pastores; y luego despachó una estrella por los reyes, para que le viniesen á adorar como á Dios y á oir como a maestro. Permi­tió que viniesen por camino que topasen con Heródes, rey lobo (Cristo lo llamo raposa), rey que gobernaba no con los entendimientos de sus manos, sino con los de los pies de una ramera bailadora. Mas en viendo á Cristo aprendieron de él, cono reyes discípulos de Dios, a volver por otro camino, á no entrar en el de Herodes. No conocerá el rey sus ove­jas ni ellas le conocerán, si no las ven, si no le ven, si no las da sal, si no las apa­cienta, si no las encamina con sus manos. El pastor que ni ve, ni guia, ni toca a sus ovejas, sea pastor, sea rey pastor, de él se habla con el propio lenguaje que de los ído­los (Psalm. 134, vers. 16 y 17): "Boca tienen, y no hablarán; ojos tienen, y no verán; oídos tienen, y no oirán, porque no hay espíritu en su boca." sígase, pues se sigue consecutivamente en el salmo, la maldición á los que hacen ídolos y á los que hacen estos ídolos, que siendo vivos, son mas muertos: "Sean semejantes á ellos los que los hacen y todos los que confían en ellos;" pues no es menos infernal invención hacer ídolos los hombres, que hacer á los troncos y á las piedras ídolos.”


Pero los gobernantes, los Zapateros de turno no aprenderán. Es más, no les interesa aprender porque así masacran impunemente a sus pueblos. No se enterarán, o no querrán enterarse de que según Quevedo:

-Los gobernantes son vicarios de Dios en la tierra, no son dioses ellos mismos.

-Los gobernantes deben ser pastores, es decir, deben pastorear, cuidar a los súbditos y procurar el bien común y el progreso dentro de un clima de libertad y de justicia.

-Los gobernantes deben conocer a sus gobernados, deben estar cerca del pueblo, no en el Olimpo, no instalados en la soberbia.

-Los gobernantes no deben hacerse a sí mismos “ídolos” porque es una invención no menos infernal que hacer a los troncos y a las piedras ídolos.

De esto último quiero comentar que cuanto menos culto y menos señorío se tiene como persona más ídolo y encumbrado se siente. Hay ejemplos, claros ejemplos, entre nuestros gobernantes actuales. Y, o sobra la doctrina de Quevedo, o sobran tales gobernantes. Decidan ustedes mismos porque es el pueblo el auténtico depositario del poder.

José María Fernández.

Catedrático de Lengua Española de la Universidad Rovira i Virgili de Tarragona

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