C´s. sala de prensa.
Si se cumplen todos los sondeos, Ciutadans duplicará como mínimo sus resultados. Eso significa que, sin mayorías absolutas en la cámara, nuestro discurso y nuestros escaños pueden ser decisivos.
Esta semana se han cumplido 4 años desde que Ciutadans entró en el Parlamento catalán, el 1 de noviembre de 2006, consiguiendo 3 escaños.
Pero, el efecto de nuestra entrada en el Parlament y el trabajo coherente y firme que hemos realizado parece que se visibiliza ahora, 4 años después, y seguramente, con mayor claridad la próxima legislatura.
La irrupción de una fuerza política no nacionalista, de progreso y que defiende la regeneración de la política, especialmente en Cataluña, ha conseguido cambiar más cosas a nivel cualitativo que cuantitativo. Nuestros tres votos en la cámara no han sido decisivos prácticamente en ninguna ley, puesto que el tripartito alcanzó la mayoría absoluta, pero, ha sido determinante para empezar a poner en evidencia la obsoleta y monolítica clase política catalana.
El que Ciutadans haya utilizado con normalidad las dos lenguas oficiales desde el primer discurso de investidura de Montilla, hasta la última sesión de control, ha supuesto una auténtica revolución en un parlamento en que todos los grupos, incluido el PPC, sólo hablan en catalán desde la tribuna. Ciutadans ha conseguido, no sin murmullos y la incomodidad todavía de algunos diputados nacionalistas- hacer normal en las instituciones lo que es normal en la calle, el bilingüismo.
La presencia de Ciutadans estos cuatro años ha supuesto así mismo una enmienda a la totalidad de la forma de entender la relación entre ciudadanos y representantes políticos. La apertura de una ponencia para elaborar una ley electoral catalana, o la solicitud de la creación de las dos comisiones de investigación que han tenido lugar en el periodo final de la legislatura sobre el incendio de Horta de St Joan o el caso Palau surgen a demanda y a propuesta inicial de C´s. Estoy convencido de que sin nuestra insistencia sobre la necesidad de tener una ley electoral-aunque la ponencia fracasó por el inmovilismo de los partidos tradicionales- con listas abiertas, limitación de mandatos, primarias obligatorias para los partidos y reducción de gastos electorales ni siquiera se hubiera hablado del asunto, y sin nuestra firme oposición a los casos de corrupción del mal llamado oasis catalán, aquí se hubiera vuelto a tapar el caso Palau como ya se tapó el 3 %, o Banca Catalana.
También, se ha notado en la cámara que había un partido que tenía un discurso nítido, claro y sin dobleces en defensa de la Constitución y de un modelo de estado autonómico cohesionado, entendiendo Cataluña como comunidad autónoma, no como país, ni nación, ni futuro estado independiente. Y tanto desde la tribuna del Parlament como desde la calle, en manifestaciones, hemos mostrado nuestro rechazo a la insumisión de Montilla y su gobierno a acatar las sentencias judiciales que defienden el bilingüismo en las escuelas, y en especial, la del TC, que a día de hoy sigue sin cumplirse, sin las modificaciones de aquellas leyes parcialmente inconstitucionales después de la resolución del alto tribunal.
Pero, es en esta campaña electoral y especialmente a partir del 28-N, cuando el efecto Ciutadans se desplegará definitivamente. Ya estamos viendo al PSC, aunque sea por miedo a perder votos, que reniega de la asimilación que ha hecho del discurso nacionalista en los últimos 7 años. El mismo Montilla, que incrementaba las multas lingüísticas hasta un millón de euros hace tres meses, ahora quiere fingir que las cuestiona; el mismo presidente que ha dado alas al independentismo, ahora se aleja de él para pedir el voto; el mismo dirigente que nos ha llamado retrógrados a los que defendemos el bilingüismo, y el mismo que no ha dicho ni una sílaba en castellano en toda la legislatura, ahora pide debates en castellano y se va al Llobregat a hacer mitings con Felipe González en su lengua materna, la misma que excluye de las aulas catalanas-menos la de sus hijos en el colegio alemán, claro-. Y Sánchez Camacho, la misma que el año pasado se negó a firmar el manifiesto por la lengua común, alegando que en Cataluña no había problemas con los derechos lingüísticos, ahora asume y repite sistemáticamente en campaña el discurso de Ciutadans. Eso significa que el efecto Ciutadans está influyendo en los dos partidos nacionales, que ven como el abandono y la traición a sus votantes, unos para gobernar con ERC y otros para apoyar a CIU, a cambio de apoyos en Moncloa, tiene un coste electoral.
Ya estamos consiguiendo parte de nuestro éxito: que nuestra presencia y crecimiento haga que el PSC y el PPC tengan que ir detrás de nuestras ideas y modelo de sociedad abierta y plural, y eso es bueno para Ciutadans y sus votantes, pero sobre todo es bueno para la libertad y la convivencia en Cataluña y para el conjunto de España.
Albert Rivera,
Presidente de Ciutadans (C’s)
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