El crecimiento de las redes sociales tiene dos efectos inmediatos sobre las elecciones, que son de carácter contradictorio y que pueden tener una importancia capital en los resultados: por una parte, el hecho de poder lanzar mensajes, propuestas, preguntas a través de la red permite obviar a los tradicionales y por tantos motivos sesgados medios de comunicación tradicionales. La red puede hacernos llegar mensajes que de otro modo jamás llegarían a sus destinatarios, por más que se diga que esos medios tienen a su cargo la sagrada función de formar una opinión pública libre. La red permite a quienes no tienen dinero para comprar publicidad decir lo que piensan, colgar un video casero, trasladar convicciones a personas anónimas, que, puestas en marcha, pueden acabar generando una enorme revolución.
Pero para que eso sea posible, el destinatario debe estar formado y debe tener acceso a la red, cosa que en amplias capas de la población todavía no se da. Y mientras eso no llega, el efecto pernicioso de las redes es el control que los partidos políticos al uso pueden ejercer sobre la gente como consecuencia del análisis de su contenido. Porque las redes trasladan al ciberespacio y, por tanto, a los ojos de los analistas electorales, nuestras pasiones y miedos, nuestras filias y fobias, nuestros deseos más íntimos y nuestras necesidades; analizado todo ello por las omniscientes y todopoderosas empresas de marketing electoral, acaban trasladando a la audiencia la apariencia de estar trabajando en el mismo sentido en que lo hace su interior. De ahí que estos días veamos a los partidos de siempre, hecho ese análisis, cambiar el paradigma con el que se “vendían” en campañas anteriores: optimismo transformado en seriedad (PSC); beligerancia cambiada por “bon rotllo” (CiU); independencia convertida en revisionismo responsable (ERC); por supuesto la voluntad comparsa de otras formaciones no cuenta, aunque sumen para generar todo tipo de coloristas pactos.. Serán capaces de decirnos una cosa o su contraria, dependiendo de por donde sople el viento, dependiendo del que crean sea el sesgo con el que conseguir acumular el número de votos suficientes. Sin principios, aunque digan que los tienen, porque con su acción ya han demostrado sobradamente que carecen de ellos.
Libertad o control. Depende de nuestro grado de conocimiento. Depende de nuestra responsabilidad. Depende de ti.
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