Los manifestantes de Barcelona: 'Esta noche podemos ser 10.000'
- El debate copa las horas calmas y los jubilados secundan la protesta
- Destaca las meticulosas labores de intendencia y comunicación
- Alertan de que si hoy son desalojados volverán a la plaza antes del alba
Víctor Mondelo | Barcelona
Ingresas en plaza Catalunya y una osada pancarta trata de convencerte de que estás en su homóloga Tahrir. Cualquier comparación con lo acaecido en El Cairo resulta obscena, y aventurada la equiparación con lo que se vive en Sol. Barcelona es aún un embrión en términos cuantitativos, pero tras conseguir que cientos de personas hayan pasado la noche al raso en el centro de la capital catalana, con la aquiescencia de una comprensiva Guardia Urbana, la euforia se ha desatado en la acampada barcelonesa.
Entre los dos centenares de personas que se aglutinan en el centro de la capital catalana reina un optimismo desaforado que les lleva a pronosticar que serán miles los que esta noche, en su tercera tentativa, se concentrarán contra el sitema político y económico imperante.
"Hoy puede ser espectacular, podemos llegar a ser 10.000", advierte Joan Agea, uno de los portavoces dem los manifestantes. "No cabremos en la plaza", abunda, convencido de que el movimiento ha tomado ya la viveza que ha llevado a Sol a los medios internacionales.
Las horas calmas únicamente se han visto sacudidas de momento por una pequeña marcha de estudiantes de la Universitat de Barcelona que han avanzado cortando el tráfico hasta la plaza Catalunya para unirse a la concentración. Hasta las 19.30 horas no está previsto el sigiente acto reivindicativo, una cacerolada, y hasta media hora después la primera reunión asamblearia, con lo que, por el momento, las labores de intendencia y organización copan la actividad bajo un calor rotundo.
Las esterillas y mantas se apilan y a su vera una carpa cobija menaje, garrafas de agua, pan y otros alimentos básicos a la espera de que ser reclamados por los estómagos de los manifestantes ávidos de queja. Se han constituido varias comisiones: la de logística, comunicación, arte y pancartas, alimentación y limpieza, ésta última especialmente importante pues de la pulcritud de la plaza ha dependido por ahora que la policía local haya abogado por la laxitud en el cumplimiento de la ordenanza cívica, que prohíbe dormir al raso en el espacio público.
"Poner por delante la ordenanza sería un error fatal", considera Agea y un compañero aclara que si esta noche son desalojados, volverán antes del alba para continuar con su reivindicación.
La suya, que es la de muchos y muy diversos, pues a la estrategia se suma en estos momentos la reflexión y el debate entre rostros de distantes edades. Grupúsculos de personas bien alejadas de la veintena debaten airadamente a los pies de El Corte Inglés y animan a los jóvenes a persistir en su lucha. Son autónomos, parados e incluso jubilados. "Somos mayores para acampar, pero de día podemos venir aquí". "Hay que apoyar a la juventud, son el futuro de España, están todos paradas, aquí sólo trabaja el que está enchufado". La opiniones sustituyen a la masa de palomas que hoy no encuentra pista libre para el aterrizaje, y el cruce de reproches al sistema ametrallan ya con un cariz altisonante: "No mandan los políticos, mandan los banqueros, que los ponen firmes". "Que se voten entre ellos". "Esto es una tierra donde la delincuencia se ha institucionalizado".
Y, entre tanto, un grito más juvenil se alza entre sus arengas: "No nos mires, únete", y pronto muda en clamor hasta culminar en un aplauso coral que devuelve el turno al debate pausado.
La comida sigue llegando, los trípticos multilingües repartiéndose y una pancarta ansiando que plaza Catalunya pueda asemejarse a Tahrir, al meno en espíritu.
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