Hace tres meses me llega a casa por recadero, un paquete enviado por Movistas, lo abro para saber que era aquello que me enviaba esta compañía después de tres o cuatro años de dejar de trabajar con ellos. El aparato era un lápiz de memoria de esos que te conectan a Internet sin cables, con una carta agradeciendo la bienvenida a la compañía y un teléfono para contactar. Es cuando empieza el problema.
Llamo para comunicar que ni he solicitado nada, y que no necesito una conexión a Internet, la señora insiste en que pruebe el producto y si no estoy satisfecho, puedo renunciar, insisto que no he solicitado nada a Movistar, ni quiero contratar nada con Movistar, que igual que me han enviado un producto sin solicitarlo, pasen a recogerlo.
La telefonista me afirma que no cursará el alta de esta línea, pero que tampoco recogen los lápices que envía, y yo la creí. Ahora tres o cuatro meses después, me ha llegado una carta de un buffet de abogados que se dedican a gestionar cobros, que adeudo a Movistar 1.200 euros por esa línea que jamás he contratado.
Puede parecer surrealista e incluso jocoso, pero no hace ni puta gracia cuando te toca un marrón así, sin comerlo ni beberlo.
Fuente del artículo: Ciudadano Paco G.P
Fuente del artículo: Ciudadano Paco G.P
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